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Tras la firma del Decreto Supremo Nº 2332, no solo se rubricó una ley; decretó el fin del feudalismo minero. Le arrebatamos al poder de la rosca (Patiño, Hochschild y Aramayo) la propiedad de nuestros recursos, recuperando la riqueza que por medio siglo fue exportada sin beneficio para el pueblo.
Honramos a los mineros, hombres y mujeres, que forjaron con su lucha la independencia económica del país y nos legaron la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), el motor de nuestra soberanía.
Desde el Ministerio de Minería y Metalurgia, a la cabeza del Ministro Alejandro Santos Laura, rendimos el más alto homenaje a los 73 años de la Nacionalización de las Minas.
Hoy, Bolivia se detiene y mira hacia Catavi, a las pampas sagradas de María Barzola, lugar donde la historia se escribió con sangre obrera. Fue allí, un 31 de octubre de 1952, que el grito de justicia de la Revolución Nacional resonó más fuerte que la masacre de 1942.
Tras la firma del Decreto Supremo Nº 2332, no solo se rubricó una ley; decretó el fin del feudalismo minero. Le arrebatamos al poder de la rosca (Patiño, Hochschild y Aramayo) la propiedad de nuestros recursos, recuperando la riqueza que por medio siglo fue exportada sin beneficio para el pueblo.
Honramos a los mineros, hombres y mujeres, que forjaron con su lucha la independencia económica del país y nos legaron la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), el motor de nuestra soberanía.
Reconocemos que, al día siguiente de la nacionalización, más de 28.000 trabajadores regresaron al socavón, no como peones, sino como dueños de su destino, con la frente alta.
Valoramos el espíritu de vigilancia de nuestras organizaciones, que mantiene viva la llama de la transparencia para garantizar que cada boliviano reciba la renta justa de sus recursos.
Nuestra minería es el cimiento forjado en 1952. Que la sangre derramada en las luchas de nuestros antepasados impulse la Industrialización de nuestros minerales, para consolidar el camino hacia el Vivir Bien que merecemos.
